Cada vez es más frecuente encontrar a personas que presentan problemas para recuperar su rutina diaria después de padecer Covid-19. En marzo de 2022, de acuerdo con la encuesta de la Office for National Statistic (ONS), alrededor de 1.7 millones de personas estaban experimentando las secuelas de la enfermedad, conocidas también como Long Covid.
Entre los síntomas que más se mencionan en los pacientes de long covid se encuentra la fatiga (58%). Esta es entendida como el no poderte levantar de la cama por las mañanas, un cansancio excesivo, no el que tenemos después de un día de trabajo o entrenamiento pesado. En menor proporción se mencionan la tos, dolor en el pecho, capacidad pulmonar reducida y aumento de la frecuencia cardiaca en reposo, con un 10% a 15% de menciones entre muchas otras secuelas detectadas.
Incluso hay quienes mencionan que ciertos síntomas se agravan al realizar un esfuerzo físico o mental, conocido como “malestar general posesfuerzo”.
Todo esto podría malinterpretarse como parte de un reacondicionamiento físico. Recordemos que al padecer covid-19 se pide reposo y por las características inflamatorias de esta enfermedad se pierde capacidad pulmonar y en casos graves, hasta cardíaca.
Por ejemplo, en el caso específico de la disnea o dificultad respiratoria, puede confundirse con una falta de condición física y al pasar de los días, el paciente descubre que no se recupera más rápidamente de sus entrenamientos, debido a que es un daño en el pulmón, el cual debe ser rehabilitado antes de enfrentarse a la actividad física.
Existen estudios como las resonancias magnéticas para detectar las anomalías en los pulmones de pacientes que no se recuperan del Covid-19 después de las primeras semanas. Detectar si existe disnea es clave para evitar mayores daños, ya que también se relaciona con insuficiencia cardíaca.
Muchos pacientes presentan dudas porque piensan que perdieron la capacidad de ejercitarse y otros más se sienten desafiados a recuperar su condición física previa. Y en muchos casos, el problema no está relacionado con su falta de actividad, poniendo en riesgo su salud.
Por tanto, el primer paso es realizar una correcta evaluación para confirmar o descartar las posibles secuelas de la covid-19. Al determinarse la sintomatología como una secuela de la covid-19, es cuando entra en juego la rehabilitación, contemplándose ejercicios para el cuerpo y la mente.
Fortalecer los pulmones y verificar su correcto funcionamiento será el objetivo. Si el paciente fue hospitalizado e intubado, implicará incluso ejercicios para aprender a respirar nuevamente, acompañado de técnicas de relajación. Quién ha pasado por la sensación de falta de aire en las etapas iniciales de covid-19 seguramente quedará con la ansiedad de requerir más aire sin poder obtenerlo y el trauma que ha traído consigo.
No se debe olvidar la alimentación saludable y la disciplina para retomar la actividad poco a poco, haciendo que el cerebro y el cuerpo se acostumbren al movimiento y perciban el acto de respirar y de quedarse sin aliento como natural en vez de doloroso o aterrador.
Posiblemente estas sensaciones son más frustrantes para quienes estaban acostumbrados a una vida muy activa, pero en muchos de los casos, son quienes se recuperarán más rápidamente, si se realiza una rehabilitación oportuna.
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